Dirigir grupos de trabajo, conseguir que estos funcionen en armonía y motivar a cada uno de sus integrantes a dar lo mejor de sí mismos para cumplir con los objetivos de las organizaciones, son propósitos que pueden resultar complicados para una persona sin las actitudes emocionales adecuadas para ejercer ese tipo de funciones. La agresividad y la pasividad son dos extremos que atentan contra la eficiencia y el éxito de las empresas. Desafortunadamente, también son comportamientos en los cuales se cae con demasiada frecuencia. Por todo ello, la asertividad y la empatía juegan un papel tan fundamental.
La búsqueda y formación de líderes es la preocupación de muchas compañías en la actualidad. Aún cuando liderazgo no es sinónimo de cargo directivo, resulta obvio que cada departamento de la empresa necesita un director que tenga claro cuáles son las metas y cuál es la función de su grupo a la consecución de las mismas. Además, es imprescindible que sepa tratar a cada miembro del equipo, convencerlos y estimularlos a trabajar de manera coordinada, poniendo todo su empeño en este objetivo.
En otras palabras, para asumir estas responsabilidades, se requieren personas con asertividad y empatía, dos actitudes cuyas definiciones y ejemplos de aplicación en el entorno corporativo abordaremos a continuación.
Asertividad: comunicar con claridad y respeto
La asertividad permite expresarse con amabilidad, franqueza y claridad, logrando decir lo que se quiere sin agredir a otros. Una persona asertiva en lo emocional respeta los derechos de los demás y pide a estos respetar los propios. Habla fluidamente y emplea un tono de voz sosegado.
Dentro de la organización, los líderes asertivos fijan límites precisos, conducen con claridad cada paso del proceso y previenen tanto el estrés como la desmotivación entre los integrantes del equipo de trabajo.
Si bien no existe un patrón estándar para poner en práctica la asertividad dentro de la dinámica corporativa -cada empresa tiene sus propias características y prioridades- sí es posible comprobar que las organizaciones que potencian esta facultad, logran sus propósitos con mayor facilidad. En este sentido, la asertividad es prueba de exactitud y pragmatismo.
Ejemplos de actitudes asertivas
A continuación, se identifican algunas actitudes asertivas con ejemplos:
- Dar la razón al interlocutor es una estrategia que permite, momentáneamente, relajar una controversia y buscar un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Por ejemplo, si un creativo intenta imponer su propuesta de mensaje para una estrategia de comunicación a través de redes sociales pero esta idea no convence al community manager, este último aceptará -en principio- los argumentos de aquel. No obstante, intentará que el diseñador escuche sus planteamientos y le animará a realizar otra propuesta que reúna ambos criterios.
- Usar la metacomunicación. Este recurso es particularmente útil para solucionar conflictos. Como situación ilustrativa puede plantearse una reunión donde se analiza el fracaso de una estrategia. Durante esta, dos de los ejecutivos se culpan duramente uno al otro del error y ambos terminan por intercambiar descalificaciones. La metacomunicación en este caso consistiría en un planteamiento conciliador, pero firme y suficiente para hacer entender a los ejecutivos que han desvirtuado el motivo del encuentro y que es urgente retomarlo. Para ello, se usaría una frase del tipo “nos hemos reunido para buscar soluciones; no para buscar culpables”.
- Responder a las críticas con preguntas asertivas es otra opción ante las discrepancias. Se puede imaginar a un responsable que ha presentado una estrategia de ventas a los directivos de la empresa, quienes no están de acuerdo o dudan de su viabilidad. El responsable es asertivo si, en lugar de enfadarse y entrar en discusión, pregunta amablemente: “¿Podríais explicar mejor vuestras dudas sobre el planteamiento?” o “¿Por qué pensáis que la estrategia no es viable?”. De esta manera, recabará información valiosa para revisar y corregir el proyecto.
- Evitar la espiral conflictiva. Basándonos en el ejemplo expuesto en el apartado sobre la metacomunicación, durante la discusión entre los dos ejecutivos uno de ellos intenta usar su actitud agresiva para imponer su opinión; el otro, sin embargo permanece sereno, esperando a que el que está alterado se calme y apenas hace breves acotaciones asertivas con respeto.
Empatía: entender lo que sienten los demás
La empatía permite comprender las emociones de otras personas e identificarse con ellas. Aunque esto no signifique estar de acuerdo con las opiniones ajenas, esta habilidad potencia la búsqueda de soluciones a diversas situaciones. Especialmente aquellas relacionadas con la interacción social. Este motivo convierte a este concepto elemental de la inteligencia emocional en un aliado del liderazgo en las empresas.
Un líder demuestra empatía cuando escucha atentamente a sus colaboradores, mirando a los ojos, mientras capta e interpreta sus expresiones no verbales. Estos pueden ser gestos y entonación acordes con el estado de ánimo. Al mismo tiempo, reflexiona sobre lo que dicen sus interlocutores y demuestra a través de señales específicas que les sigue con interés. Algunos ejemplos de esto pueden ser asintiendo y mostrando expresiones faciales coherentes con el discurso.
Un directivo empático es comprensivo con los planteamientos de los miembros de su equipo y responde a estos con frases como: “Comprendo lo que sientes” o «Entiendo tu disgusto». No rechaza ni juzga las emociones de su interlocutor y está dispuesto, incluso, a brindarle apoyo, si lo requiere.
Tan importante es la empatía en el ámbito corporativo, que muchos especialistas opinan que una empresa que no se apoye en dicha facultad no tiene futuro. Lo cierto es que el modelo competitivo está siendo desplazado por un modelo cooperativo, que tiene en cuenta a las personas con todas sus características y circunstancias: emociones, intereses y capacidades, además de su satisfacción, entusiasmo e implicación con sus tareas.
Se requieren líderes que practiquen la asertividad y empatía
Actualmente, toda empresa que aspire a consolidarse y a mantenerse competitiva en el mercado, necesita de directivos y trabajadores asertivos y empáticos. El talento humano no solo consta de conocimientos y habilidades; también tiene un componente sensible, emocional, que se potencia con la interacción dentro del grupo de trabajo. Emplear con honestidad y criterio estas dos habilidades influirá de manera positiva en las relaciones internas de las compañía; así como en las relaciones de esta con proveedores y clientes, lo cual, sin duda, permitirá mejorar su eficacia y rendimiento.
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Como ya hemos visto, asertividad y empatía son dos rasgos propios del liderazgo constructivo, aquel que permite además incrementar la motivación laboral, entre otras cosas. Si te interesa este tipo de contenido, no dejes de visitar nuestro blog de RedNew.